Todo empezó en 2012, cuando “descubrí” mi problema intestinal y me di
cuenta que era una gran consumidora de azúcar: galletas, yogures de sabores,
infusiones azucaradas, café azucarado, chocolate con leche, alcohol, verduras
en bote (si, muchas llevan azúcar añadido) …
A partir de ese momento, varios cambios empezaron a operarse en mi vida:
Reducción drástica de azucares (y
endulzantes) añadidos -˃ para ello tuve que aprender un poquito de
nutrición, cocinar más casero y descubrir nuevos alimentos con sabor dulce y
bajo índice glicémico (patata dulce, miel de acacia…)
Reducción del gluten -˃ reemplacé el trigo por la espelta, el
centeno, el kamut…, probé nuevos cereales sin gluten (quinoa, amaranto, mijo…)
Reducción de productos
lácteos (y los que
consumo son producto de una agricultura ecológica y local)
Reducción de productos tóxicos
-˃ empecé a limpiar la
casa con productos naturales (bicarbonato de sodio, vinagre blanco, jabón…), y
a utilizar productos para la higiene personal naturales
Básicamente estuve más de dos años con 0% de azucares y endulzantes añadidos, y reemplacé ciertos productos de
higiene personal et higiene de la casa.
Los síntomas más
graves desaparecieron, pero seguía con un estado de inflamación crónica y el
mínimo descuido (una simple cerveza) desencadenaba una reacción y volvía a
tener los síntomas del principio.
Como no había encontrado ningún profesional de la salud que supiese
acompañarme, me contenté con ese estado, en el que siendo estricta con mi
alimentación y cuidados, podía llevar una vida más o menos normal.
Al cabo de 2 años empecé a ir un poquillo mejor y me podía permitir de vez
en cuando tomar un trocito de un dulce sin tener efectos secundarios. Aunque en
contra partida, en 2014 desarrollé una fuerte intolerancia al gluten y a los
frutos secos (nueces, almendras…). Por lo que los tuve que eliminar de mi
dieta, y debo reconocer que éste fué un golpe muy duro. ☹
Y así seguí mi vida, hasta que en 2015 me quedé embarazada y
sorprendidamente mis síntomas mejoraron respecto al azúcar. Podía tomar mas que
“un trocito de dulce” y no tenia reacción. La verdad que estuve muuuuy contenta
de poder volver a tomar algo azucarado de vez en cuando… Y es que debo
reconocer, que, aunque me he vuelto muy austera con el azúcar, es un sabor que
produce satisfacción. Y que gusta, simplemente. :)
Con el nacimiento de Noémie, y el cansancio acumulado, me dije que debía
seguir cuidándome para poder cuidar de ella, y darle el regalo de integrar
directamente en su vida, las costumbres que hoy considero mejores (para el planeta
y para nosotros mismos).
Os las iré descubriendo poquito a poquito. 😉
¡Pero si queréis que os hable de algo en particular, decidme y yo os cuento!
Be green, be happy!