domingo, 21 de octubre de 2018

HACIA UNA MEJOR HIGIENE DE VIDA


Todo empezó en 2012, cuando “descubrí” mi problema intestinal y me di cuenta que era una gran consumidora de azúcar: galletas, yogures de sabores, infusiones azucaradas, café azucarado, chocolate con leche, alcohol, verduras en bote (si, muchas llevan azúcar añadido) …

A partir de ese momento, varios cambios empezaron a operarse en mi vida:

Reducción drástica de azucares (y endulzantes) añadidospara ello tuve que aprender un poquito de nutrición, cocinar más casero y descubrir nuevos alimentos con sabor dulce y bajo índice glicémico (patata dulce, miel de acacia…)
Reducción del gluten -˃ reemplacé el trigo por la espelta, el centeno, el kamut…, probé nuevos cereales sin gluten (quinoa, amaranto, mijo…)
Reducción de productos lácteos (y los que consumo son producto de una agricultura ecológica y local)
Reducción de productos tóxicos -˃ empecé a limpiar la casa con productos naturales (bicarbonato de sodio, vinagre blanco, jabón…), y a utilizar productos para la higiene personal naturales

Básicamente estuve más de dos años con 0% de azucares y endulzantes añadidos, y reemplacé ciertos productos de higiene personal et higiene de la casa.

Los síntomas más graves desaparecieron, pero seguía con un estado de inflamación crónica y el mínimo descuido (una simple cerveza) desencadenaba una reacción y volvía a tener los síntomas del principio.

Como no había encontrado ningún profesional de la salud que supiese acompañarme, me contenté con ese estado, en el que siendo estricta con mi alimentación y cuidados, podía llevar una vida más o menos normal.

Al cabo de 2 años empecé a ir un poquillo mejor y me podía permitir de vez en cuando tomar un trocito de un dulce sin tener efectos secundarios. Aunque en contra partida, en 2014 desarrollé una fuerte intolerancia al gluten y a los frutos secos (nueces, almendras…). Por lo que los tuve que eliminar de mi dieta, y debo reconocer que éste fué un golpe muy duro.

Y así seguí mi vida, hasta que en 2015 me quedé embarazada y sorprendidamente mis síntomas mejoraron respecto al azúcar. Podía tomar mas que “un trocito de dulce” y no tenia reacción. La verdad que estuve muuuuy contenta de poder volver a tomar algo azucarado de vez en cuando… Y es que debo reconocer, que, aunque me he vuelto muy austera con el azúcar, es un sabor que produce satisfacción. Y que gusta, simplemente. :)

Con el nacimiento de Noémie, y el cansancio acumulado, me dije que debía seguir cuidándome para poder cuidar de ella, y darle el regalo de integrar directamente en su vida, las costumbres que hoy considero mejores (para el planeta y para nosotros mismos).

Os las iré descubriendo poquito a poquito. 😉

¡Pero si queréis que os hable de  algo en particular, decidme y yo os cuento!


Be green, be happy!